Tu Mala Suerte Es Mi Buen Chisme
- Jorge Santa Cruz
- 3 days ago
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Dicen que la vida es cuestión de perspectiva, y vaya que sí. Lo que para ti es tragedia griega, para otro puede ser el highlight del chisme de la semana. Todo depende de cómo lo mires… y de qué tan cínico seas al contarlo.
Suerte: ni buena ni mala, solo divertida
Te corren de la oficina. Para ti: “desgracia, injusticia, desastre total”. Para tu compañero que odiaba cubrir tus turnos: fiesta nacional.
Te ponchan la llanta en plena autopista. Mala suerte para ti… pero buena suerte para el mecánico que ya pensaba cerrar temprano.
Olvidas el cumpleaños de tu pareja. Tragedia épica para ti… pero excelente para su mamá, que ahora tiene puntos extras con la frase: “al menos yo sí me acordé, mijita”.
El cinismo como superpoder
Jesucristo tenía tanto de cínico que hasta los poderosos lo acusaban de insolente. Y ojo: cinismo no es descaro barato, es atreverse a decir lo que incomoda.
Oficina: cuando el jefe dice “aquí somos una familia” y alguien suelta: “sí, pero disfuncional”. ¿Descaro o sinceridad necesaria?
Tráfico: el que se mete en doble fila y, cuando lo insultan, sonríe y dice: “gracias, gracias, Dios los bendiga”. ¿Cínico? Sí. ¿Eficiente? También.
Orgullo, ambición y obstinación: el trío dinámico
Orgullo: tu papá se niega a usar lentes y lee el WhatsApp con el celular a 2 metros de distancia. Para él, dignidad; para todos en la sala, circo gratis.
Ambición: tu tía vende maquillaje en la oficina. Para ella, independencia financiera; para sus compañeros, secuestro piramidal.
Obstinación: tu primo insiste en hacer la carnita asada bajo la lluvia. Para él, perseverancia; para el resto, salmonela garantizada.
Melancolía y pasión, los filtros más tramposos
Melancolía: tu colega se pone a escuchar baladas de los 90 y llora en el escritorio. Para él, terapia emocional; para Recursos Humanos, señal de “necesitamos otro psicólogo en convenio”.
Pasión: tu vecino decora su carro con luces de Navidad en septiembre. Para él, amor a la vida; para el resto, epilepsia vehicular.
En conclusión: lo bueno o malo no existe en la palabra, existe en los ojos de quien lo sufre… o de quien lo cuenta en la sobremesa familiar.
Así que cuando te pase algo “terrible”, pregúntate: ¿mala suerte para mí… o buen chisme para alguien más?