Prueba de Mujer: La Campaña Publicitaria Más Baja de la Historia
- Jorge Santa Cruz
- 26 minutes ago
- 1 min read
Cuando un Presidente tiene que mostrar pruebas de que su esposa es mujer, el problema no es el Presidente, ni la esposa. Somos nosotros.
Esto no es política. Esto es marketing.Esto no es gobernar. Esto es generar contenido.
Hoy subes la foto de lo que desayunaste. Mañana subes tu progreso en el gimnasio. Una semana después alguien filtra tu geolocalización. Y un día, sin darte cuenta, terminas publicando fotos íntimas de tu esposa solo para callar un rumor.
Lo llamamos engagement. Lo llamamos visibilidad. En realidad es una adicción grotesca al espectáculo.
Las redes nos entrenaron para creer que nada existe si no se publica. Macron y su esposa no están solos; son simplemente los últimos en caer—o quizás en jugar—en este circo algorítmico. Porque la frontera entre víctima y cómplice es tan delgada como un papel cuando la recompensa es atención.
Piénsalo:
Un gobierno filtrando sus propios escándalos para tapar fracasos.
Una celebridad “accidentalmente” filtrando un video sexual para seguir vigente.
Un presidente revelando la anatomía de su esposa como si fuera un comunicado oficial.

Esto no es política. Esto es publicidad.Pero es publicidad con la moneda más barata de todas: la dignidad.
Y aquí está la verdadera tragedia: la sociedad lo premia. Con likes, con shares, con memes, con indignación. No somos testigos, somos cómplices.
El anarquismo ya no suena radical. Suena como el único antídoto contra la estupidez de un mundo donde la privacidad se subasta como un comercial del Super Bowl.