La Chica del Tren de las 6:30 (y la Lección de Marketing que No Sabe que Me Está Enseñando)
- Jorge Santa Cruz

- Oct 28
- 2 min read
Todas las mañanas, a las 6:30, tomo el mismo tren rumbo al gimnasio. Y justo en la misma estación, ella se baja para empezar su jornada en una clínica de oftalmología.Ya hemos conversado antes, esos pequeños diálogos que se dan antes de que la ciudad despierte del todo.
Hoy, sin embargo, la charla terminó pareciendo una clase de marketing improvisada.
Le dije que me resultaba poco inspirador ver a todos pegados al teléfono tan temprano, con la cara iluminada por la pantalla en lugar del amanecer.Ella me miró, extrañada, y preguntó:“¿Y qué otra cosa harías en el tren?”
“Pensar”, le respondí.Y me miró todavía más confundida.
Le expliqué que no hablaba de pensar en cosas profundas, sino en lo simple: qué vino tomaría en la tarde, qué película vería después... o simplemente en el hecho de verla ahí, todas las mañanas, parte de una rutina que mi mente inevitablemente convierte en historia.
Sonrió. Pero aquí viene lo curioso: probablemente ya conoce mi lado creativo más de lo que imagina.
Prefiere mi versión digital. Interactúa con el creador invisible, no con el tipo que se sienta frente a ella en el tren.
Y ahí lo entendí: eso es el marketing. La gente no conecta contigo, sino con la versión de ti que encaja en su mundo, en su tiempo, en su feed.Ella prefiere al Mago de Oz, no al hombre detrás de la cortina.
Pero hoy no miró su teléfono.Siguió hablando.Y por unos minutos, la conexión fue real — sin píxeles, sin métricas, sin pauta.
Quizá esa sea la nueva era del marketing: no más datos, ni más segmentación, sino más momentos que hagan a la gente levantar la vista de la pantalla y sentir algo auténtico.
De cualquier forma, yo seguiré pensando — y esa, amigos, sigue siendo la mejor estrategia de contenido de todas.







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