Ficciones rotas: identidad, ciudad y fragmentos de poder (Primeras reacciones de lectores a mi novela PUNTO DE QUIEBRE).
- Jorge Santa Cruz
- 5 days ago
- 2 min read
Punto de Quiebre es una novela que exige una lectura activa, comprometida y profundamente reflexiva. Como lectora joven, me enfrento a una obra que se despliega en múltiples capas: narrativa no lineal, una galería de personajes que se resisten a ser encasillados, y un trasfondo social donde lo utópico y lo apocalíptico conviven con naturalidad. La voz de Hurrikan —periodista, testigo, narrador y símbolo de la decadencia— guía una historia que se deshilvana con ritmo quebrado pero contundente. Esta es una novela que no se puede leer con prisa, porque en cada línea hay un eco de realidad deformada que nos interpela como lectores y ciudadanos.
En cuanto a la construcción de los personajes, Punto de Quiebre, escrita magistralmente por Jorge Santa Cruz, encuentra uno de sus mayores aciertos en el retrato de seres que son, ante todo, contradictorios. Nadie aquí es completamente víctima ni totalmente culpable. Desde Hurrikan, cuya inteligencia punzante se desborda en crónicas donde se mezcla el ego con la denuncia, hasta Livia, que encarna una feminidad impuesta y al mismo tiempo desbordada, todos los personajes habitan el filo de su propia identidad. La novela permite que el lector los observe desde múltiples ángulos: lo que dicen, lo que callan, lo que otros piensan de ellos. La tensión entre lo público y lo íntimo, lo narrado y lo vivido, se convierte en el combustible emocional de la trama. Los personajes no buscan redención sino testigos, no quieren ser entendidos sino recordados.
En este juego de identidades, destaca especialmente la construcción de lo femenino, tratada desde una dualidad inquietante que se encarna en las figuras de Livia y Alicia. Aunque en la superficie parecen personajes distintos —una, la milanesa idealista que llega a Miami a buscar su lugar; la otra, la bartender directa y desencantada— ambas comparten una raíz simbólica que las hace parecer reflejos deformados una de la otra. Sus entornos, hermanos protectores y vínculos con Hurrikan las conectan en un nivel profundo, como si fueran versiones divergentes de una misma mujer intentando resistir desde espacios precarios: el bar, la florería, el cuerpo.
Santa Cruz no las construye como víctimas ni heroínas, sino como presencias activas y fracturadas que encarnan la lucha por sostener algo bello en medio del caos. Esta ambigüedad, reforzada por la estructura fragmentaria y la voz narrativa ambivalente, convierte lo femenino en la novela en una fuerza poética y política que no se deja reducir a una sola voz o rostro....
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